Saturday, March 15, 2025

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              Ya me imagino recorriendo las verbenas, las calles en plenos carnavales; ella guiándome, yo detrás, apacible, tranquilo.



              Esto de las grescas, trifulcas, humillaciones públicas, pasar por encima del otro e incluso el matoneo, no son una postura. Se trata de un estilo de vida. Un pequeño recorrido por las fiestas y verbenas populares dan muestra de ello. Si usted le pega una pasada a los canales nacionales de tv encontrará con facilidad que la violencia, la agresión física o verbal es el común denominador. Es el indicador del rating. La vida cotidiana es que hay que “levantar o dejarse levantar” para que nuestro orden social funcione.

              Yo, que no soy muy versado en estos temas de las luchas, que soy más bien flaquito y que clasifico en el ítem de los que “se pueden levantar” con una facilidad alucinante; que no logro conseguir una chica que esté a la altura de estos tiempo ligeros y volátiles, peligrosos y violentos, declaro abiertamente mi interés por conquistar a una chica que sé, dará la vida por mi. Yo quiero salir y tener un romance con Elianis, mujer que sabe lo que tiene que hacer en momentos límite; ella no sólo se merece mi amor, también mi temor frente a toda contienda.

              Con este cuentico de que debemos dialogar, que hay que respetar las normas, que la delgada línea entre lo racional e irracional determina nuestra clase social, han querido ocultar nuestra verdadera naturaleza, nuestra vocación. Mire cómo mi amor platónico, mi Elianis, ha tomado en serio este espíritu colombiano, este talento de nuestra tele, para recordarnos que hay que arreglar las cosas como nos han enseñado: a punto de insulto, puño y patada.

              No es que esté diciendo que Elianis es una indecente; todo lo contrario, estoy diciendo que ella sí sabe cual es el sabor de nuestra tierra. Hace honor a Ias imágenes que hemos construido de nuestro país. Ella sí sabe qué es ser colombiano. Es la unión perfecta entre las ideas de belleza y popularidad; entre chabacanería y empuje, verraquera. Creo que en el fondo ella tiene que ser familiar de los Uribe y si no, por lo menos debe hacer parte del proyecto Puro Centro Democrático.

              Ya me imagino recorriendo las verbenas, las calles en plenos carnavales; ella guiándome, yo detrás, apacible, tranquilo. De pronto, y sin querer, tropiezo con un tipo de esos de palillo en boca, gordo, con bigote alborotado, lleno de mazamorra y medio amarillento por fumar cigarrillo. Me mira y empieza a insultarme. Me amilano, lo intento calmar diciendo que dialoguemos, que somos racionales. Él no se inmuta ante mis palabras. Me empuja, me dice lesbiana. Entonces, allí, mi mujer hace lo suyo. Empuja al agresor lo manda a comer mierda, le dice “prospecto de homosexual”, y le da una patada en donde más le duele al hombre (en el orgullo) y le escupe.

              Yo, absorto, sonrío de manera tímida, la tomo de la mano antes de que le de un puñetazo en la nariz. La abrazo. Sollozo y le digo que la amo, que esos gestos enamoran. Los presentes me miran impasibles, saben que esto se ve todos los días.

              Harvey Murcia | Cartel Urbano

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