Wednesday, March 19, 2025

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              Desde muy pequeño me inculcaron a amar la tierra en la que fui concebido, aquella en la que di mis primeros pasos, mientras le generaba sonrisas a mis padres y familiares, recuerdo que cuando tenia cinco o seis años corría descalzo por los cafetales de una finca en Calarcá - Quindío junto a otros niños, hijos de los campesinos, nos perdíamos en los cafetales, el sol nos quemaba las mejillas, nuestras risas abrazaban al viento y se elevaban para hacerle cosquillas a ese inmenso cielo azul que nos veía como pulgas en una gran mancha de diferentes tonos verdes, la hojas y los granos caídos eran aplastados por nuestros pies y nuestras manos elevaban cometas de papel hechas por mis abuelos, después volvíamos cansados y nos bañábamos en las regaderas donde se lavaba el café, estaba prohibido, pero por ser niños quien nos iba a decir algo, luego nos vestíamos y quedábamos oliendo café tostao ese que se pone encima de los techos corredizos. Un día, después de correr por los cafetales vimos en la entrada unos campesinos uniformados, armados y unos grafitis en las paredes, de un momento a otro, tuvimos que recoger todo, marcharnos entre lagrimas y a paso ligero, mientras varios trabajadores yacían bocabajo en esa tierra que también los vio crecer.


              Articulo por @carmacoma_



              Creo que ese fue uno de los cientos de sucesos que en mi vida , hicieron replantear el sentido de pertenencia por mi “madre patria” aquella que me vio crecer y que debo amar y respetar, por que “patria solo hay una” pero en este caso es un karma que me llevare hasta el día de mi muerte, por que después de eso, si es que existe un después, seré parte de la nada, del cielo o del infierno pero no de este planeta. Si bien es cierto que uno debe amar el lugar donde nace, lamento decirles que para el bien de ustedes, no amo una madre prostituta llamada Colombia, una madre que es traicionera, vulgar, sucia, religiosa, asesina, explotada, envidiosa, hipócritas, limosnera, perezosa, impune, mantenida, sin principios éticos, morales, sin historia, sin principio y sin fin, errante como los últimos pasos de Sayonara en la Ciudad de Tora. Somos hijos de madres violadas como ocurrió con nuestras raíces indígenas por colonos españoles mientras en su vientre se germinaba la sevicia, la malicia, la envidia, la pobreza y la ignorancia, somos hijos de la violencia, de esa violencia que se fortaleció en la Guerra de los Mil Días, Frente Nacional, los cuales desembocaron en guerrillas, AUC, narcotráfico, sicario, fleteros, apartamenteros, ladrones, raponeros, empaladores, convirtiéndonos en la peor hampa Latinoamérica, por lo tanto nuestros abuelos, padres, hermanos e hijos han sido y seguirán siendo parte de esta suciedad de esta miserable lumpen. Es una prostituta ebria que no sabe de su historia por que siempre estuvo llena de lagunas, vive en un eterno guayabo que por leves momentos, recuerda lo que fue pero que después lo olvida, tan ebria que no ha podido levantarse de su propio vomito de sangre, un vomito lleno de trocitos mutilados o desmembrados de campesinos, estudiantes, políticos, inocentes o culpables en ultimas, sus propios hijos. A veces mi madre patria tiene varias emociones efímeras y absurdas por ejemplo: se siente feliz cuando la selección colombiana de futbol gana un partido por que en ese momento la pasión y la estupidez nos identifica y nos une, después se siente triste y decepcionada cuando a una modelo se le infecta el culo por un biopolímero mal puesto, es un país de pequeñeces, luego se siente indignada cuando es criticada, mientras es indiferente ante sus hijos pequeños que se suicidan en el Choco por no tener nada que comer, antes sus hijos desplazados o incinerados como ocurrió en la masacre de las bananeras, el Aro, el Salado o los Montes de María, es una patria borracha que se deja hacer el amor mientras acepta cualquier peso para sobrevivir como las prepagos de Bogotá, Medellín, Cali, Cartagena y demás ciudades, una prostituta que se maquilla y se pone bonita para El Dancing Miramar pero que en realidad no es ni aceptada en La Copa Rota, mi país es una prostituta ebria que es carcomida por el sífilis de la violencia que sin querer también heredaron esos hijos que la ven agonizar desde otros países, esos que huyen de esta mala patria, lo cual también es reflejado en el exterior por que la mayoría de sus hijos son sicarios, ladrones, prostitutas, traficantes de lo contrario amas de casa, limpia baños, meseros lo cual no es malo, por que es un trabajo honesto seria lo mínimo de exigirle a su madre Colombia, al estar borracha es incapaz de controlar sus limites, porque ya no siente vergüenza de sus hijos ya es algo del común vernos morir y de convertirnos en polvo pero no en polvo de ceniza si no en polvo de cocaína que será enviada al extranjero, nuestras vidas estarán convertidas en gramos que serán aspiradas, mientras nuestra esencia maligna devora el cuerpo y el alma del ser.

              Colombia es de esas prostitutas frías e insensibles, esa patria que se prueba el vestido del patrón a escondidas para sentirse bonita y querida ante una pantalla de humo que ha creado para cubrir sus defectos, una patria que se muestra perfecta ante ojos extraños mientras por dentro se pudre, ya que tuve la oportunidad de recorrerla a la corta edad de 12 años pero esta vez de parrillero en una moto mientras me abría paso en las entrañas de este caos, viajando en sus ruinas en los anillos de la ciudad, libre entre los miserables, mientras el smog apuñalaba mi rostro y mis manos hacían leves movimientos de gatillero, “tas tas tas “ imitaba el sonido de las balas y reía, luego abrazaba la cintura de mi tío y volvíamos a casa.

              Mi patria, mi tierra, esa que describí en párrafos anteriores me crio en algunos círculos del infierno, aunque me atrevería a decir que Colombia es el infierno en la tierra, ella me enseño de pequeño a ser otro Caín, otro, de los millones que la habitan.

              Así es mi madre, criminal y asolapada, uno no elige donde nace pero tampoco se esta obligado a amar sin quitarse la venda que es impuesta desde que nacemos, ya que haber nacido aquí es un fraude y vivir en Colombia es jugar constantemente a la ruleta rusa, es generar preocupación e incertidumbre “si estará bien” “le habrá pasado algo” “a que horas llegara” “esa zona es peligrosa” “y esas personas si son de fiar” “uy! ese tipo, tiene una cara que da miedo” “y por que sale a esta hora” “cuidado mijo” “la bendición mami” “por algo lo mataron” “ojo por ahí” “por la sombrita” “que pesar, dios los ampare y favorezca” y uno sin saber, si quizás el destino, me estrelle con algún hermano ladrón, sicario, militar, guerrillero, sádico, paraco o una bala perdida que me quite la vida, por que esa es la ley de mi país, no me sorprendería quedar muerto por ahí, eso de llegar a viejo y morir en mi cama es una muerte que contradice a mi madre Colombia, prefiero morir como un buen hijo de perra, a balazos y rápido como otro colombiano mas, en su ley.

              @Carmacoma_ | Rearpo Magazine

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              Rearpo Magazine

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              2 comentarios:

              Anonymous dijo...

              Que exelente articulo, Felicitaciones!

              Yedack dijo...

              oshhhh asi es